Escenas de playa - El Fantasma de Crandon Park Beach

Este jueves hablaremos de escenas en la playa. Esas historias, chismes ajenos que vimos o escuchamos en un día tranquilo de playa, y que nos llamó la atención. 



Mi amiga Berenice recién se había separado de su esposo y decidimos viajar a Miami en un viaje de renovación mental. Cierto día, paseábamos por Crandon Park Beach, una hermosa playa que aún se conserva en estado salvaje y exótico. Después de correr varias millas nos sentamos a descansar en una enorme roca a tomar agua y admirar la belleza de ese paraíso.

- ¿Alcanzas a ver aquella piedra pintada de color negro y rojo? -
- Sí. La veo, ¿porque? - respondí intrigada. Su mano agarraba la cruz que colgaba de su cuello.

- El verano pasado tuve un fuerte argumento con mi esposo, por los planes de divorcio. Motivo por el cual, pedí una vacación adelantada y me vine al mar. Ese día el mar parecía intranquilo, sus olas rompían con fuerza sobre la arena. El sol se ocultaba en el horizonte, pero aún se podían observar algunas personas caminando. Había estado allí desde el mediodía, jugando con las olas, tratando de olvidar lo que me había ocurrido. Cuando de pronto, vi a una chica, que iba y venía hacia y desde el mar para escribir en la arena “justicia”. Realmente me sorprendió su rostro, lucía demacrada, de mirada perdida y entristecida, su cuerpo se movía de una manera peculiar. Sentí un escalofrío recorrer mi piel. Sin embargo, llena de curiosidad me acerque a ella, pensando que quizá, necesitaba ayuda.

- ¿Te sientes bien?- pregunté atónita.

De pronto, sentí su mirada penetrar mis pensamientos, me quede inmovilizada, intente moverme, pero fue inútil. Casi enseguida comencé a ver imágenes una por una, de un hombre que la violaba, apuñalaba y la tiraba al mar. Sentí su voz gélida hablarme al oído; susurrar palabras en un idioma que no entendía. Con sumo esfuerzo trate de tranquilizarme, y fue así, como un trueno y una ráfaga de viento me devolvieron al presente con un escalofrío. Me había quedado parada de pie, dentro del mar, mojándome hasta la cintura, y no sabía muy bien cómo había llegado hasta allí.

Asustada, retrocedí, pues las olas allí aún conservaban parte de su fuerza. Un poco desorientada salí corriendo hacia mi auto y, un instante después arranqué a toda velocidad. Cuando llegué al Hotel, vi un hombre sentado en el jardín leyendo el periódico. En la portada salía la foto de la misma chica que recién había visto en la playa con el título “crímenes sin resolver” Esa noche no pude dormir, el simple hecho de recordar a la chica y su angustia me atemorizaba. -

Me quede petrificada. No sabía qué decir. La agarre de la mano y juntas sin decir más palabras, comenzamos a correr nuevamente hasta llegar al auto que nos llevaría al Hotel. Desde entonces le prohibí que me repitiera esa historia.


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