Mi relación con el mar - Lágrimas de una sirena

Este jueves: escribir un relato breve relacionado con el mar. 

Un saludo cordial a todos los jueveros en el VIII Encuentro Juevero en la ciudad de Barcelona. !Abrazos y que la pasen de maravilla! 





Había un vez hace miles y miles de años, un rey mortal llamado Gyojin fue abducido por Izayuki la Emperatriz de los Océanos Índico y Pacífico cuando este naufragaba en alta mar. Se lo llevó a las profundidades en donde levantó un fabuloso palacio nacarado, engalanado con corales, conchas, piedras de colores y lo hizo su morada.

Los Reyes del Mar fueron convocados por la voluntad de Shido el guardián de las profundidades para dar un castigo a  Izayuki por haber desobedecido las leyes naturales. Esa unión no estaba permitida en el imperio oceánico. Entonces, los dioses con su divino poder les echo una maldicion para que los hijos de ambos no heredarán sus rasgos de belleza.

Y héme aquí, soy una de sus descendientes, una sirena que, en tardes hermosas azuladas, y aburrida de espantar peces y delfines, sale hasta la superficie, con la esperanza de encontrar un hermoso romance por las olas del mar, sobre la playa de Ramia Bay, esta ninfa marina siempre espera muy paciente.  

Pero siguen pasando muchos soles, lunas y estrellas. Capitanes intrépidos, piratas temibles, pescadores y nadie me quiere. Debe ser porque no tengo cabellos largos, ni piel de madre perla. Mi color es grisáceo y tengo una mirada de fiera. Pero sigo insistiendo, con este mi cuerpo acuático y esta cabeza rapada que solo la adorna una aleta dorsal.

Aun así, pretendo hechizar y dar mi amor de sal, a un humano que posea otro concepto visual. No se cuanto mas voy a esperar, pues miente quien nos describe bellas y seductoras, de escamas plateadas y pardas, de rizos dorados como divinas diosas.

Me siento atrapada en un sueño acuático lleno de burbujas, corales y lirios de mar. ¿Porque no puedo tener una alma mortal? daría gustosa los trescientos años que me quedan de existencia, por convivir solo un año con los terrenales.

Está por anochecer y entre arrecifes y bancos de arena, seguiré a la expectativa, contemplando como el mar se devora al sol, y me acompaña al ir llorando mi pena.

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